Botellón

Últimamente allá donde voy, todo el mundo me pregunta qué opino del botellón, de cómo queda Cañadío de basura cada fin de semana, sobre las pérdidas que debe suponer para los hosteleros, los ruidos que soportan los vecinos, etc…

Y aunque es un tema muy obvio, nada novedoso, difícil de controlar, yo como todo el mundo opino que la cerdería de los que dejan la basura en las plazas donde se reúnen para beber no tiene calificativos, pero eso sería quedarse en una lectura muy simple, así que voy a exponer mis argumentos al respecto, que se podría resumir en dos conceptos muy sencillos; que las modas, las tendencias de consumo o de hábitos, son difícilmente controlables porque lo elige y lo practica un gran colectivo de consumidores, y que es muy complicado por no decir imposible poner puertas al campo.

El botellón no es algo nuevo, surgió con fuerza entre la gente joven en los años 90 porque en teoría, no podían pagar los para ellos elevados precios de las copas.

Esa moda se ha ido transformando y cambiando a lo largo de los años, hasta convertirse en algo totalmente habitual cada fin de semana en las plazas de cada pueblo o ciudad, especialmente en verano.

Ahora no sólo lo practica gente muy joven en las playas como en su origen, en la que mezclaban vino de baja calidad con refrescos, sino que la horquilla de edad se ha ampliado mucho y actualmente los grupos de amigos (ya más entraditos en años), se montan auténticos micro bares ambulantes con bebidas alcohólicas de marca, refrescos, hielo, y hasta cítricos y botánicos.

Y no sólo eso, sino que ha nacido el servicio “telemoto” de reparto de botellón. Te llevan hasta la mismísima plaza donde se haya montado el sarao, el hielo, el refresco bien fresquito, el alcohol, y los vasos para que no tengas ni que ir a la tienda.

Nos guste o no, esto ocurre y es así. El cliente ha decido tomar copas de otra manera.

En fin, creo que las autoridades lo tienen complicado para controlar este asunto, sobre todo por las aglomeraciones de gente, y por la basura que eso genera, pero no es menos complicado que la regulación o el control a plataformas como Uber, Airbnb, o blablacar.

Hay que ir haciéndose a la idea, de que el mundo ya no es como antes…