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¡Espero que alguien me haya echado de menos!, porque además se me han acumulado noticias y hoy tengo que abordar varios temas a la vez cual caldereta de pescados, o purrusalda de verduras.

Empiezo por la insoportable presión fiscal a la que estamos sometidos los hosteleros, especialmente a principio de año.

Justo además es en enero y febrero, meses de menos facturación, o ninguna en el caso de los establecimientos que cierran, cuando tenemos impuestos extras y esto nos hace sufrir muchísimo. La administración debería ofrecernos más flexibilidad porque para muchos es verdaderamente insostenible, hasta el punto de tener que echar el cierre definitivo a sus negocios. Y no sólo es la carga tributaria la que no nos deja respirar, sino también la híper regulación y el exceso de normativas.

También quería abordar el problema de la falta de personal preparado con el que nos vamos a encontrar a la vuelta de la esquina en esta próxima campaña de bodas, comuniones, y periodos vacacionales.

Nadie ni del ámbito público, ni del privado se plantea abordar este asunto como prioritario para el sector.

Hacen falta ciclos formativos para desempleados que quieran dedicarse a la Hosteleria. Sería necesario crear bolsas de trabajo dónde podamos acudir empresarios y trabajadores, y que tanto unos como otros pasemos una criba de mínimos que genere confianza.

De momento sigue sin resolverse este tema, debe ser que no hay intereses de por medio…

Y ahora añado a este guiso el ingrediente menos saludable de todos; la información que ha estado circulando estos días sobre los engaños de la industria alimentaria, la gran cantidad de azúcares, productos tóxicos, pesticidas, o ingredientes poco recomendables que contienen muchos de los alimentos que compramos en el supermercado para el consumo diario.

Dícese del dañino aceite de palma presente en multitud de productos, o de la miel por ejemplo, que según nos cuenta Christophe Brusset en su libro El Bróker arrepentido, es uno de los alimentos más adulterados y fraudulentos, ya que el 40% de la miel que se vende en los supermercados se fabrica en china con azúcar y agua, y sin una gota del producto original que nos anuncian.

Y mi reflexión sobre todo esto es que somos muy afortunados por tener tan a mano nuestra maravillosa despensa Cántabra, y que somos unos privilegiados, porque si a propósito del año Jubilar, nos queremos comer un cocido Lebaniego en cualquier restaurante, no nos vamos a encontrar más ingredientes que Garbanzos y su sopa, repollo, carne de la matanza, cecina, y el relleno hecho con pan y chorizo.