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Todo pasa en los bares, y en los bares pasa de todo.

En ningún otro espacio del mundo fluyen y surgen tantas cosas como alrededor de una cerveza y unas tapitas en la barra o en la mesa de un bar.

Los camareros que llevamos muchos años en hostelería ya, hemos visto, oído y vivido lo que no está escrito y lo que nunca se podrá escribir, pero aun así, en un bar cada día ocurre algo sorprendente, surge una historia o mil diferentes. Cada día pasa algo nuevo, alucinante, divertido, enriquecedor, a veces pasan también cosas tristes y decepcionantes, o todo junto… Pero sobre todo y lo más importante, es que vemos pasar las vidas de nuestros clientes, que en muchos casos se entrelazan con las nuestras.

Nadie imagina un compromiso, una boda, un embarazo, un bautizo, un cumpleaños, un aniversario, o incluso un fallecimiento, sin pasar por un bar a celebrarlo y a compartirlo.

Más allá de las críticas en tripadvisor, del ceviche está crudo, el pulpo está duro, o de caliénteme el salmorejo, entre camarero y cliente se establecen unos lazos afectivos difíciles de catalogar, pero en todo caso es algo muy intenso en todos los sentidos.

A todos nos gusta que se nos conozca y reconozca en nuestro restaurante favorito, no nos engañemos. Y a su vez todos en algún momento hemos confesado nuestras miserias al camarero que nos pone el café cada día a media mañana. Esto es así.

En los bares ligamos, nos enamoramos, celebramos compromisos, rompemos relaciones.

En los bares nos divertimos, nos enfadamos, reímos, lloramos, nos reconciliamos.

En los bares también trabajamos, hacemos negocios y arreglamos el mundo.

En los bares compartimos el dolor, buscamos refugio, alivio y compañía.

En los bares hablamos de amor, de desamor, de fútbol, de política, de cultura, de gastronomía, de moda, de tenencias, de viajes, de futuro.

En los bares todos hemos sido inmensamente felices alguna vez, o nos hemos sentido los más desgraciados del mundo.

A los bares no sólo vamos a comer y a beber, sino en busca de alimento para el alma.

Y desde luego no hay nada como el calor del amor en un bar…