¡El pulpo está duro!
El tira y afloja que tenemos a diario los hosteleros con los clientes, y los clientes con los hosteleros sobre la textura, el punto de cocción, la dureza, o el tipo de corte ideal de los cefalópodos, daría para escribir algunos libros, y para que algún cineasta grabara alguna trilogía al respecto, como poco.
Además de las varias clases maestras diarias que recibimos e impartimos sobre el tipo de animal o la familia exacta a la que pertenecen las rabas que nos estamos zampando.
Porqué claro, todos estamos muy enterados de si nuestras famosas rabas son de pota, de peludin, de calamar, de chipirón, de sepia, de choco, de rejos, de maganos, de cachón…, y así hasta el infinito y más allá del universo invertebrado marino.
Al igual que todos somos expertos “friturillas”, y sabemos cuál es la harina más adecuada para el rebozo (la de garbanzos, la de maíz, la de trigo, la mezcla, la de Horno San José, la del Vaporcito…), si hay que cortar los bichos en aros, en dados o en tiras. Si hay que dejarlos metidos unos minutos en casera antes de enharinarlos, o a que temperatura hay que tener el aceite.
Aunque la madre del cordero de todas las discordias es sin duda la del pulpo.
Es que no hay manera de ponerse de acuerdo en si el pulpo está duro, si está blando, que si está correoso, que si se ha pasado de cocción, que si le falta plancha, que si el truco es cocerlo en una hoya de cobre como hacen los pulpeiros de toda la vida, que si habría que haberlo “asustao” …
Pero hay algo que me llama mucho la atención y es que ni unos ni otros antes de devolver un plato a la cocina, tengamos en cuenta que estamos consumiendo un producto vivo que viene del mar, que no son unas croquetas que elaboramos siempre con la misma receta, que después freímos y generalmente nos salen igual.
Y les aseguro que casi todos los restaurantes tenemos nuestro pescadero de confianza con el trabajamos desde hace tiempo, pero eso no nos garantiza que a veces los calamares o el cachón, que además son productos de temporada, estén más o menos tersos, o sabrosos, o con la dureza exacta que a cada uno nos gustaría, pero es que son simples animales vivos únicos y diferentes.
Al igual que nosotros somos clientes únicos con gustos diferentes también.
Ah, y de la eterna discusión de si las rabas con o sin limón, ni hablemos, que ese es otro berenjenal…